Una Historia Que No He Finalizado
- Pablo Zamora
- 3 mar 2018
- 4 Min. de lectura
Segundo artículo ganador de la propuesta para febrero del Club Escritor

“it was when i stopped searching for home within others and lifted the foundations of home within myself i found there were no roots more intimate than those between a mind and a body. that have decided to be a whole"
- Rupi Kaur.
Como sujeto de todas las oraciones que conforman mi vida, me encuentro bajo el supuesto de que debo amar quien soy. Sin embargo, no lo he logrado. No del todo. Aún intento descubrir la razón de esto, porque cuando la descubra, finalmente podré establecer una relación donde mi cuerpo se una con mi alma. El equilibrio cósmico que me falta, el motivo por el que no puedo permanecer solo.
Supongo que usted puede entender esto; cuando me dejan solo, me siento descubierto, visto, juzgado. Esta es de las peores sensaciones que he llegado a sentir. Es como si todos mis defectos estuvieran puestos encima de mi ropa, como si yo fuese el ser más horrible de este planeta. Ante este sentimiento he adoptado un mecanismo de defensa que no me ha fallado. Este consiste en aceptar muestras de atención de cualquiera y huyo antes de que tenga que comprometerse a hacer lo mismo con la otra persona, no soy de dar cariño (espero no tener que explicar esto más a fondo, no quiero que me vea así porque puedo ponerme a llorar y no, eso no me es posible). Soy un hombre que en medio siglo XXI es juzgado por expresarse pero bueno, no importa.
Si hablamos de honestidad, la verdad es que no odio ser como soy, esta lucha contra mis demonios dejó de serlo hace mucho, los acepto y me inspiro en ellos para poder ayudar a otros en lo que necesiten. Eso me genera satisfacción, porque he aprendido que todos tenemos algo valioso, aunque a veces me cueste encontrarlo en ciertas personas... Si, esos que me niegan los derechos a mí y a “las minorías” aunque la Convención Americana de Derechos Humanos, la Constitución Política y la Corte Interamericana de Derechos Humanos digan que los tenemos. Sigo en mi andar, lleno de chunches. Salgo a comer después de la U con mis amigos, que sin ellos, de verdad que no tendría la valentía de escribir todo lo que siento, ellos me obligaron a hacerlo y ahora no puedo parar.
En estas andanzas he aprendido que los hombres que me perseguían a la salida del colegio, son una extensión de un fenómeno social desviante porque, a mis amigas y algunos amigos también les ha pasado exactamente lo mismo. A raíz de esto, formulo la hipótesis de que las experiencias sexuales no deseadas son un factor común en la formación de activistas pro derechos humanos. O sea, que trágico aprender a amar a nuestra especie a través de experiencias no deseadas. Pero claro, es que nacemos amándonos a nosotros mismos y poco a poco, aprendemos que todo aquello que nuestros sentidos presencian, importa.
Digo sentidos porque no quiero ofender a Watzlawick y su teoría de la comunicación, TODO COMUNICA, hasta nuestros ojos. Por eso la mirada de la señora del bus me afectó gravemente y por eso a María de 15 años le dio asco ser ella misma luego de ver a un hombre masturbándose mientras ella del colegio. Es así como a través de las relaciones sociales, se hace añicos el concepto de amor propio y comenzamos a odiarnos, todos hemos pasado por eso, es parte de la “formación del carácter”.
La cuestión es que vamos a pasar gran parte de nuestras vidas buscando como amarnos, cuando en realidad ocupamos deconstruir lo que ya sabemos de nacimiento. Somos vida, somos producto de la explosión de estrellas y posiblemente todo aquello que hemos hecho como especie sea destruido en millones de átomos, y dentro de aproximadamente 5000 millones de años nuestro Sol explote, liberando cantidades extraordinarias de materia, lista para crear algo nuevo y extraordinario.

Desnudo Azul (1902), por Pablo Picasso / Vía Historia-Arte (HA!)
¿Puede apreciar esto? Somos arte universal y sin embargo, nos odiamos porque alguien nos trató mal o porque no calzamos en el estereotipo de belleza o inteligencia que se nos ha impuesto. Este desnudo azul no ha entendido que al final, todos somos polvo, polvo estelar, pero polvo. Todos somos de la misma forma, somos obras de arte invaluables. Ese es el núcleo de mis oraciones, de-construir todo lo que sé sobre mí mismo, sobre este planeta, las relaciones interpersonales y el universo para entender que lo único que poseo es mi cuerpo y mi alma, con todas las inseguridades y problemas que ser un ser social, un humano conlleva y que mi historia de vida, llena de tragedias y alegrías es lo que me forma y que me tiene que gustar.
Parece una charla motivacional de esas que dan en el colegio. En realidad es que si no fuera por toda la basura que ocurre en mi vida, yo no podría ni escribir, ni bailar ni dibujar con la pasión que lo hago, yo no lucharía por la equidad en todo sentido si no hubiese sido víctima de diferentes formas de abuso. Sí, es horrible pero es lo que es, no puedo pretender cambiar las leyes de la vida, pero si la dirección hacia la que yo dirija mi existencia. Esta es una historia de amor que no acabo de escribir, es sobre como durante toda mi vida logro entenderme a mí mismo a los demás, es el método por el que adquiero conocimientos sobre la humanidad, la ciencia y las artes.
Esta es la historia de un apolíneo que necesita ya no de un amor de verano sino solo depende del arte y se inspira de la crueldad de la guerra y en la calidez del abrazo de su madre para expresar su cosmovisión al mundo entero, aunque a nadie le importe. Finalmente, plasmo las andanzas de este flacucho en la historia de la humanidad así cuando el Sol explote y no quede nada más que materia inerte apunto de ser expulsada, esta vaya cargada de arte, de pasión, de lágrimas y risas que este servidor repartió por el mundo. Esta es una historia de amor que no tiene fin y seguirá siéndolo aunque yo ya no exista.
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Imagen de entrada por Wanjin Gim / Vía mor.bo
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